Fiéis celebram a Nossa Senhora do Pilar em Alagoas

Pilar - Alagoas (Gaudium Press) No último sábado, 2, a Arquidiocese de Maceió promoveu uma solene procissão com a Imagem de Nossa Senhora do Pilar com a participação de milhares de fiéis na pequena cidade de Pilar (Alagoas).

 

 

O evento foi iniciado na parte da manhã com uma Santa Missa solene, presidida por Dom Antônio Muniz, Arcebispo de Maceió, e concelebrada pelos padres Manoel Henrique, Eduardo Tadeu, Luciano Duarte e Charles.

 

Em sua homilia, Dom Antônio Muniz explicou o significado e a importância da celebração. "Na Festa da Apresentação, nada melhor que um "pilar" para mostrar ao mundo que a Igreja de Maceió é uma Igreja Samaritana. Uma Igreja que se preocupa com os excluídos. Somos uma Igreja que agradece a Nossa Senhora o trabalho realizado e ao que será feito", frisou.

 

Às 16h, a procissão que é considerada uma das mais tradicionais de Alagoas, saiu pelas ruas de Pilar. Apesar de não percorrerem um caminho muito longo, a procissão durou por volta de quatro horas e meia. A demora ficou por conta das várias paradas que foram feitas nos bairros e comunidades do Pilar. Em cada parada, os devotos manifestavam sua devoção com fogos, aplausos e brados de "Viva Nossa Senhora do Pilar".

 

Ao todo, foram 14 andores de santos da devoção popular que acompanharam a charola que conduziu a imagem da Padroeira do Pilar.

 

Devoção à Nossa Senhora do Pilar

 

Segundo a tradição, o nome do município alagoano tem origem no aparecimento de uma imagem de Nossa Senhora em um pilar, nos arredores do povoado. Ainda segundo a tradiçaõ, a imagem foi retirada e colocada em uma capela, surgindo, tempos depois, no local primitivo. Outros historiadores, porém, afirmam que a padroeira da cidade foi trazida pelo espanhol José Ayala, de sua terra natal. (EPC)

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Com informações da Arquidiocese de Maceió.

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Inaugurado na Bolívia monumento com a Maior Imagem da Santíssima Virgem do Mundo

Oruro - Bolívia (Quarta-feira, 06-02-2013, Gaudium Press) Na véspera da festa de Nossa Senhora da Candelária, a Diocese de Oruro foi centro de um importante ato de devoção mariana: instalação da maior imagem de Nossa Senhora do mundo.

A imagem com mais de 45 metros de altura foi benta durante uma solene Eucaristia concelebrada por vários Bispos com a presença autoridades civis e do Presidente do País.

 

"Para Oruro é um bênção, uma graça", expressou Dom Cristobal Bialasik, Bispo de Oruro, ao informativo "Iglesia Viva". "É a maior imagem do mundo, segundo pesquisas".

 

O Prelado destacou a beleza dos rostos de Nossa Senhora do Menino Jesus. "A imagem é Bela", comentou satisfeito, "e estamos contentes por termos esta imagem. Nosso povo é mariano. Todos os anos rezam à Virgem Maria e eu estou certo, como pastor do povo orurenho, que junto a Maria vamos chegar até o Senhor".

 

O Bispo destacou ainda a devoção mariana como fonte de unidade para o povo que a venera como Patrona dos mineiros do país.

 

Dom Cristobal afirmou também que o monumento será um guia espiritual para todos os fiéis.

"Que Deus abençoe deste monte de Santa Bárbara de Oruro nosso povo, nossa pátria e o mundo inteiro. Que todo o mundo descubra que não existe caminho até Mosso Senhor Jesus Cristo que não seja o apresentado por esta Imagem".

 

Recordando a festa da Apresentação do Senhor, lembrada pela Virgem da Candelaria, Dom Bialasik explicou que Cristo é apresentado a todos os homens como verdadeiro modelo, em oposição aos enganos do mundo. "Ateísmo, secularismo, hedonismo, relativismo, são ideologias que confundem o ser humano para que não valoriza sua vida e não siga a Deus".

 

"A Virgem Maria indica: este meu Filho é a luz do mundo, é o Caminho, a Verdade e a Vida", concluiu o Bispo de Oruro. (TGE/JS)

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San Blás: médico, obispo, y un gran mártir

Redacción (Lunes, 04-02-2013, Gaudium Press) Este día recordamos la vida de San Blas, venerado desde Oriente hasta Occidente, que nació en Armenia, en el siglo III, fue médico y obispo en Sebaste. Como doctor, usaba sus conocimientos para rescatar la salud, no sólo del cuerpo, sino también del alma, pues se ocupaba de la evangelización de sus pacientes.
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En la época de este santo hubo una fuerte persecución religiosa, y por esta razón, el santo obispo procuró exhortar a sus fieles en la firmeza de la fe. A su vez, San Blas, que era testimonio de seguridad en Dios, se retiró a un lugar desolado, con el fin de continuar gobernando aquella Iglesia. Sin embargo, fue descubierto por soldados y les dijo: "Benditos sean, me traen una buena nueva: que Jesucristo quiere que mi cuerpo sea inmolado como hostia de alabanza".
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Murió en el 316. Cuando las persecuciones comenzaron bajo el Emperador Diocleciano (284 - 305). San Blas huyó a una caverna donde cuidó algunos animales salvajes.
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Años más tarde, fue encontrado por cazadores que lo llevaron preso hasta el gobernador Agrícola, de Capadocia, en la baja Armenia, esto mientras se seguían las persecuciones del Emperador Licinius Lacianianus (308-324). San Blas fue torturado con hierros candentes y después fue decapitado.
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La costumbre de bendecir las gargantas en su día continúa hasta hoy, las velas se utilizan en las ceremonias conmemorativas. Son utilizadas para recordar el hecho que la madre de un niño curado por San Blás, las llevaba para él a la prisión. Muchos eventos milagrosos son mencionados en los estudios sobre San Blas y es muy venerado en Francia y España.
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Sus reliquias se encuentran en Brunswick, Mainz, Lubeck, Trier y Colonia en Alemania. En Francia en Paray-le-Monial. En Dubrovnik en la antigua Yugoslavia y en Roma, Tarento y Milán en Italia.
En la liturgia de la Iglesia Católica San Blas es representado con velas en las manos y frente a él, una madre cargando un niño con la mano en la garganta, como para pedirle una cura. Desde allí se originó la bendición de la garganta en su día.
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A los pies de una montaña, en una gruta, en los campos de Sebaste, en Armenia, vivía un hombre puro e inocente, dulce y modesto. El pueblo de la ciudad, movido por las virtudes del Santo Varón, inspirados por el Espíritu Santo, lo escogió como Obispo. Los habitantes de la ciudad y hasta los animales, iban en su búsqueda para obtener el alivio de sus males.
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Un día, los soldados de Agrícola, gobernador de Capadocia, buscaban fieras y bestias en los campos de Sebaste, para martirizar a los cristianos en la arena, y se encontraron a muchos animales feroces de todas las especies: leones, osos, tigres, hienas, lobos y gorilas conviviendo en la mayor armonía. Mirando estupefactos y asombrados, se preguntaban que era lo que ocurría, cuando de una negra gruta surgió, de la oscuridad a la luz, un hombre caminando entre las fieras, levantando la mano, como bendiciéndolas. Tranquilas y en orden regresaron para sus cuevas y lugares de donde vinieron.
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Un enorme león de melena rubia permaneció en el lugar. Los soldados muertos de miedo, lo vieron levantar una pata y poco después, San Blas se aproximó para extraerle una astilla que tenía clavada. El animal, tranquilo, se fue.
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Al enterarse del hecho, el gobernador Agrícola ordenó capturar al hombre de la caverna. Blas fue puesto preso sin la menor resistencia.
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Al no conseguir doblegar al santo anciano, que rechazó adorar a los ídolos paganos, Agrícola ordenó castigarlo con latigazos y que después lo encerrasen en la más negra y húmeda de las mazmorras.
Muchos iban en búsqueda del Santo Obispo, que los bendecía y curaba. Una pobre mujer lo buscó, afligida, con su hijo en brazos, casi estrangulado por una espina de pez que le atravesaba la garganta. Conmovido por la fe de aquella pobre madre, San Blás pasó su mano por la cabeza del niño, levantó sus ojos, rezó por un instante, hizo la señal de la cruz en la garganta del niño y pidió a Dios que lo ayudase. Poco después, el niño estaba curado del mal que lo afligía.
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En varias ocasiones el santo fue llevado delante de Agrícola, pero siempre perseveraba en la fe de Jesucristo. En represalia era torturado. Movido por su fidelidad y amor a Nuestro Señor Jesucristo, San Blas curaba y bendecía. Siete mujeres que cuidaron sus heridas - provocadas por los suplicios de Agrícola - fueron también castigadas. Después el gobernador fue informado que ellas habían lanzado sus ídolos al fondo de un lago cercano, y mandó matarlas.
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San Blas lloró por ellas y Agrícola, enfurecido, lo condenó a muerte, decretando que lo lanzasen al lago. Blas hizo la señal de la cruz sobre las agua y avanzó sin hundirse. Las aguas parecían un camino bajo sus pies. En medio del lago se detuvo y desafió a los soldados:
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- ¡Vengan! ¡Vengan y pongan a prueba el poder de sus dioses!
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Varios aceptaron el desafío. Entraron al lago y se hundieron al instante.
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Un ángel del Señor apareció al buen Obispo y le ordenó que regresase a tierra firme para ser martirizado. El gobernador lo condenó a la decapitación. Antes de presentar su cabeza al verdugo, San Blas suplicó a Dios por todos aquellos que lo habían ayudado en el sufrimiento y también por aquellos que le pedirían ayuda, después que él hubiera entrado en la gloria de los cielos.
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En aquel instante, Jesús apareció y le prometió concederle lo que pedía.
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Murió San Blas en plena época de ascensión del Cristianismo, en Sebaste, el 3 de febrero. Era natural de Armenia.
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Blás, brasa, llama de amor de Dios, de la fe, de amor al prójimo. La vida heroica de San Blas es un estimulo para que mantengamos también en nuestras almas encendida la brasa de la fe, que en medio de las tinieblas siempre arda el celo, fidelidad y valentía en favor del bien.
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Entre los milagros que rodearon la vida de este gran santo, hay uno que llama particularmente la atención: su dominio sobre los animales salvajes, que, en la compañía del santo, se tornaban mansos como corderos. ¿Cuál es el sentido de este hecho?
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En el Paraíso Terrenal, antes del pecado original, Adan y Eva tenían poder sobre los animales, que vivían en armonía con el hombre y lo servían. Como castigo del primer pecado, que fue una rebelión contra Dios, la naturaleza se reveló contra el violador del orden y los animales comenzaron a hostilizar al hombre.
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Por el apaciguamiento que San Blas operaba en los animales salvajes, quiso Dios mostrar a los pecadores el poder de la virtud, que ordena hasta la naturaleza indomable de las fieras.
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Hoy en día, la humanidad llora bajo el peso del caos, provocado por el pecado. Y los hombres practican actos de ira nunca antes vistos. Busquemos la solución para el desorden del mundo en la Ley de Dios. Por la fuerza de la virtud, no sólo los hombres, sino incluso la propia naturaleza entrarán en orden. Y entonces, ¿qué maravillas surgirán de una sociedad, donde todos practiquen el bien y amen la verdad?
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(Revista Heraldos del Evangelio, Febrero/2002, n. 2, págs. 22-23)
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